La
verdadera belleza de una persona no está en su apariencia sino en lo
profundo de su corazón. Una persona que hace esfuerzos extremos y que se dedica
con todo su corazón a su campo de acción es hermosa, brilla de verdad.
Luce
aguda, decidida y segura de sí misma.
Este tipo de esplendor siempre
sobrepasará, en mi opinión, a la belleza externa de cualquier adorno que
lleve puesto.
De hecho, las mujeres que están conscientes de su belleza
interior, no necesitan pedirle prestada la belleza a nada que les sea externo.
Por otra parte, resulta lamentable que quienes sólo se preocupan por su
apariencia física, la mayoría de las veces lucen empobrecidas espiritualmente y
tratan de remediar esa carencia con trampas externas.
Todos deseamos tener cosas hermosas: belleza interior, belleza física, una vida hermosa, una hermosa familia, y así sucesivamente. Pero esto no puede lograrse si nos aislamos y nos limitamos a sólo vernos a nosotros mismos.
Debemos establecer las mejores relaciones con otras personas e
interactuar con nuestra comunidad y sociedad con un corazón abierto.
Debemos
ser amables con la naturaleza.
Es sólo mediante este proceso que podemos
realmente crecer y cultivar nuestra propia belleza.
Una persona que puede alabar, apreciar y respetar con todo su corazón a los que la rodean es más hermosa que otra que constantemente está criticando a los demás.
De igual modo, una persona que puede encontrar alegría y júbilo por sí
misma, en su cotidianidad, o hasta en la naturaleza y en el cambio de las
estaciones, tiene la calidez y el brillo que puede proporcionar un sentido de
paz y bienestar a los demás.
Una gran capacidad para descubrir la belleza
hace bella a una persona.
El famoso escultor Rodin dijo una vez que la belleza no ha de ser encontrada en una mujer en particular sino en todas las mujeres.
Rodin
identifica la fuente que ilumina esta belleza como la “llama de nuestra
vida interior”.
La llama de un corazón puro, la llama de la compasión, la llama
de la esperanza, la llama del coraje. Estas llamas son las fuentes de luz que
le permiten a la mujer irradiar belleza.
Se dice que “lo más hermoso de una mujer brilla con la edad.” Encuentro tanta sabiduría en estas palabras.
La gente, por lo general, relaciona la belleza
con la juventud.
No logra establecer la conexión entre las palabras “mujer
bella” con “mujer mayor”. Una mujer joven, en su adolescencia, es en verdad
hermosa, pero hay una clase diferente de belleza que se encuentra en las
mujeres que tienen alrededor de 30, 50 y hasta 70 años de edad.
Cuando buscamos
la belleza de una persona nos percatamos de que ésta es verdaderamente
hermosa cuando su belleza interior sigue siendo profunda y sigue siendo
cultivada a lo largo del tiempo.
El budismo enseña que la apariencia física de una persona es un reflejo de su ser interior. De allí que una persona verdaderamente hermosa es fiel a sí misma.
Hoy en día vivimos en una época en la cual el comercialismo determina lo que es “bello”. No obstante, por favor, recuerde que usted no podrá encontrar la verdadera belleza en estas tendencias de la moda.
Recuerde también que
la belleza tampoco puede ser comprada con el dinero.
Muchas mujeres inseguras tienden a confundirse con los mensajes que reciben por parte de los productores en masa presentes hoy en día en nuestro entorno; sin embargo, siento que el que usted aprecie y perciba su propia belleza tiene que ver con que establezca un ser interior seguro y firme que no pueda ser influenciado por las circunstancias externas.
Toda persona puede ser hermosa.
Todo comienza con que el/ella crea en su propia belleza.
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