Una de las causas del sufrimiento humano es el apego.
Nos
aferramos al recuerdo de nuestras historias tristes, al vacío de lo que no
hemos podido lograr, a los temores, a las personas que se fueron o que no nos
quieren a su lado, porque nos empeñamos en tener aquello que no es para
nosotros o a la idea de que podremos cambiar la actitud o el comportamiento de
las personas que amamos.
Muchas veces queremos lo que otros tienen mientras
menospreciamos lo que tenemos.
Aferrarnos a los aspectos negativos de nuestras vidas es un
comportamiento aprendido. Muchas personas crecieron acompañadas emocionalmente
por el temor, con la pérdida, la enfermedad, con la pobreza y la limitación,
con el sentimiento de fracaso y de frustración que vivieron nuestros padres o
familiares cercanos mientras crecimos, pero ahora que ya somos adultos podemos
cambiar algunas de esas creencias que todavía hoy nos obligan a sufrir sin
sentirnos capaces de superarlo.
Quiero hacerte una invitación a revisar y transformar
algunas de tus creencias, a renovar tus mejores sentimientos y a suavizar tu
estilo de vida.
Evita colocar tu atención en los recuerdos difíciles, no
alimentes tus temores ni tus preocupaciones con las noticias o los comentarios
pesimistas que te hacen los demás, evita darle vuelta en tu cabeza una y otra
vez a lo que pudiste haber hecho para que las cosas ocurrieran de otra forma,
pues el pasado ya pasó y no hay manera de cambiarlo.
Aprendamos a reconocer y a valorar todo lo positivo, lo
bueno y lo bello que también ha ocurrido en nuestra vida... y verás cómo al
hacerlo descubrirás que han sido más los momentos y las situaciones positivas
que las difíciles.
¡Suéltate del lado oscuro de tu vida y ven a habitar en el
lado de la luz, de la paz y la felicidad!
¿Por qué no puedes disfrutar de un
buen momento de bienestar sin sentirte preocupado por lo que tienes pendiente?
¿Por qué permites que tu mente te sabotee el placer de un buen momento
llevándote a pensar en el pasado o en el futuro?
Controla tu mente, renueva tus
pensamientos, ponte en movimiento, respira y siéntete vivo, busca la compañía
de una persona querida, disfruta el paisaje de tu entorno natural o simplemente
cierra los ojos, respira y reconoce la presencia de YO en tu interior... Unos
minutos bastan para recuperar la calma.
http://coachybelleza.blogspot.com.es/
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