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lunes, 19 de octubre de 2015

El sexo después de los 50, 60, 70...y porque no a los 80??

La sensualidad no está solo y necesariamente dedicada al otro. Y el erotismo tiene tantas formas como seres humanos hay. Tantas como queramos. El Eros está conectado con la pulsión de vida. “Erotismo designaba originalmente al amor apasionado, sentimiento que fue personificado en el dios Eros. Tiene una relación evidente con la sensualidad y la sexualidad y las capacidades de atracción entre seres humanos.”



Después de los 40, 50, 60 y por qué no 70, se inauguran tiempos nuevos ya que algunas cuestiones están más o menos resueltas, o al menos en la dirección en que podrían ajustarse un poco más a lo que se quiere. 

Y esto nos deja más tiempo para nosotros y nuestros nuevos rumbos.

 Los hijos si los hay, ya son más grandes y requieren una mirada a mayor distancia, los análisis llevan ya un tiempo, (o se decide iniciarlos) en ambos casos para empezar a repreguntarse en otro tono sobre el deseo. Aparece la conciencia de que se está promediando la vida (en el mejor de los casos) y que aquello que no se hizo aún, llama con vehemencia.

Los amigos vuelven a ocupar un lugar más intenso, la vida en pareja se abre a nuevos sentidos y los tiempos propios se multiplican en la medida que el campo de lo obligatorio va dando lugar al de los anhelos, lo que nos gusta, lo que nos interesa. Lo demás, va cayendo a medida que nos escuchamos.


El cuerpo va cambiando, los rasgos, la piel, la tonicidad, la ley de gravedad hace su duro trabajo, pero ser “coquetos” y gustarnos va mucho más allá. A la par también vamos descubriendo que el cuerpo no es los órganos sino una construcción psíquica, y es con la mirada y el uso que le demos (como en todo), que se pueda anotar satisfacción y vitalidad. La juventud interna se transmite a la mirada y al cuerpo, y es con eso que pienso lo bello. La sensualidad, la erótica, el deseo, lo vital vienen de lo profundo y no de afuera hacia adentro. Y finalmente, como dicen por ahí, es una cuestión de actitud.

Vivir la sexualidad sin tantos condicionamientos, soltando tabúes y miedos arcaicos, animándose a experimentar con otros modos de encuentro nos ubica en otra melodía, otra danza, otro cuento. Se trata de jugar no solo mientras el lobo no está, ni unido a saber coser y bordar. Puede ser cada vez que se quiera, porque el tiempo es nuestro, la edad interna por lo vivido nos autoriza a regalarnos momentos buscados y aceptados. Con nuestras reglas, con acuerdos en sintonía con otros en una conexión similar.

Y para ambos, pero especialmente las mujeres se produce una liberación más que interesante al poder estar menos tensos y ajustados a las cuestiones de la fertilidad. Se puede abrir el tiempo de una genitalidad menos preocupada de consecuencias no buscadas. No hay que pedir permiso, no hay que guardar las formas, no hay que decir que SI por compromiso o miedo a perdidas, no se es menos mujer o varón por tener o no sexo, ni por tenerlo del modo que queramos.

El cuerpo joven en la mente joven tiene el tiempo de experimentar lo que su deseo le traiga como susurros, porque las experiencias vividas y anotadas como tal van inscribiendo autorizaciones a nuevas escenas posibles.

Si no hubo lugar antes, es hora de ensayar escenas donde lo romántico se exprese con velas, música, palabras, rico vino, caricias, más palabras, ternura. O divertirse e incluir la risa, el juego a ser los mismos y otros, tal vez porque no acercarse a las fantasías, explorar sensaciones y momentos. A lo arrollador de la pasión sin frenos ni vergüenzas. Si ya se pasó por ahí que bueno, pero aun así en este tiempo de nuevos pasos y decisiones, el modo también tiene la impronta de lo agiornado desde la posición construida.

Y se puede hacer el amor de tantos modos, con el cuerpo, con palabras, con gestos, pero fundamentalmente con la “mente”. Porque el amor se hace, no viene dado, ni es de un único modo. Es con placer por lo elegido, con sensaciones de bienestar que nos marcan que es por ahí, y eso, solos o con otros, nos sana y reconstituye la edad interna, el cuerpo y el alma.


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